Pasito a pasito, se hace el caminito
lunes, 6 de febrero de 2017
Dead letters
Hace ya unos años apareció uno de tantos grupos de música para adolescentes, con un hit y poco más, pero fui de aquellas que se compró el CD original, eran "The Rasmus" y su disco DEAD LETTERS, o lo que es lo mismo, cartas devueltas o cartas muertas.
Una carta muerta no es más que una carta que nunca llega a su destino, que nunca llega a su destinatario, sea por una razón o por otra, queda en el limbo vagando durante toda la eternidad, aún más solitaria que aquella carta que se cobijaba en una botella de cristal transparente y nadaba por la inmensidad del océano.
Ya se han perdido las buenas costumbres de escribir cartas. Yo solía tener amigas por correspondencia, de las que esperaba con ilusión noticias una vez al mes, y a las que tenía cariño aún sin habernos visto nunca, porque esos sobres no escondían solo letras y purpurina, sino también inquietudes y preocupaciones que se compartían más allá de la distancia, la edad, la raza, el sexo y los gustos, porque antes de nada siempre somos y seremos humanos, seres más o menos racionales, gregarios y con sentimientos.
Las cartas han dejado paso a las aplicaciones móviles de mensajería instantánea, un mundo virtual vacío en el que puedes vestir una máscara y borrar y escoger las palabras y emoticonos cuantas veces quieras, puedes ser otra persona u ocultar tus sentimientos. Me gustaban las cartas, porque eran mucho más personales, de tu puño y letra, tenías que invertir tiempo y esfuerzo, tomar unos minutos de tu vida para dedicárselos en exclusiva a esa persona, no era posible ocultar tus sentimientos, porque la letra ¡es tan personal y expresa tanta fuerza! esas líneas que trazábamos dejaban entrever si estamos de buen o mal humor, dejaban nuestros sentimientos expuestos a flor de piel, porque la escritura es un vicio, es una comienzo que no tiene fin cuando las letras fluyen de los dedos.
Quiero escribir una carta muerta, no quiero que la leas, solo quiero volver a sentir esa sensación.
Una carta muerta no es más que una carta que nunca llega a su destino, que nunca llega a su destinatario, sea por una razón o por otra, queda en el limbo vagando durante toda la eternidad, aún más solitaria que aquella carta que se cobijaba en una botella de cristal transparente y nadaba por la inmensidad del océano.
Ya se han perdido las buenas costumbres de escribir cartas. Yo solía tener amigas por correspondencia, de las que esperaba con ilusión noticias una vez al mes, y a las que tenía cariño aún sin habernos visto nunca, porque esos sobres no escondían solo letras y purpurina, sino también inquietudes y preocupaciones que se compartían más allá de la distancia, la edad, la raza, el sexo y los gustos, porque antes de nada siempre somos y seremos humanos, seres más o menos racionales, gregarios y con sentimientos.
Las cartas han dejado paso a las aplicaciones móviles de mensajería instantánea, un mundo virtual vacío en el que puedes vestir una máscara y borrar y escoger las palabras y emoticonos cuantas veces quieras, puedes ser otra persona u ocultar tus sentimientos. Me gustaban las cartas, porque eran mucho más personales, de tu puño y letra, tenías que invertir tiempo y esfuerzo, tomar unos minutos de tu vida para dedicárselos en exclusiva a esa persona, no era posible ocultar tus sentimientos, porque la letra ¡es tan personal y expresa tanta fuerza! esas líneas que trazábamos dejaban entrever si estamos de buen o mal humor, dejaban nuestros sentimientos expuestos a flor de piel, porque la escritura es un vicio, es una comienzo que no tiene fin cuando las letras fluyen de los dedos.
Quiero escribir una carta muerta, no quiero que la leas, solo quiero volver a sentir esa sensación.
jueves, 1 de diciembre de 2016
Back to basics.
Sin nada más que añadir, vuelvo a mi rutina.
Retomo mi lápiz y papel sobre el que volcar letras que cobran sentido en la pupila.
L.Rox
Retomo mi lápiz y papel sobre el que volcar letras que cobran sentido en la pupila.
L.Rox
viernes, 15 de febrero de 2013
I'll be there for you
Como bien reza la sintonía principal de la serie Friends, estaré ahí para tí. Normalmente nos tomamos esta afirmación como una promesa de amistad y de entrega, siempre acompañada de un para lo que necesites. Yo hoy no quiero dedicar esta frase a mis amigos, quiero dedicarsela a unas chicas que han estado ahí en los momentos difíciles y que han conseguido sacar lo mejor de mi: las "curveras".
Hace ya casi dos años que decidí apuntarme al gimnasio, después de mucho meditar y movida por la indecente necesidad de ponerme en forma, escogí uno solo para mujeres, más que nada porque el chunda chunda, las máquinas sudorosas y las miradas lascivas no me llaman nada la atención ni me son plato de buen gusto. Siempre me ha costado sangre, sudor y lágrimas hacer máquinas, pero ellas han hecho que sea divertido, que te entre el pavo, que te sientas ridícula, que asistas a miles de fiestas y aprendas bailes nuevos. Siempre me han recibido con una sonrisa en los labios, con palabras agradables y con los brazos abiertos, han sido y son una via de escape y un apoyo durante este tiempo.
Como suele decirse en las bodas, han estado ahí en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, e incluso el hecho de mudarme de ciudad no ha hecho que nos separemos. Ahora más que nada espero que llegue la tarde noche para ir al gimnsasio y asistir a mis clases de zumba, gap, pilates y salsa, para desconectar de la rutina y disfrutar de un rato entre amigas, porque siempre están ahí.
martes, 22 de enero de 2013
All you need is love
Muchos hemos escuchado alguna vez
el título de esta canción de los Beatles y seguro que nos sabemos el estribillo
tan rítmico. Según canta la letra todo lo que necesitas es amor, teniendo amor
puedes saber todo, obtener todo, aprender todo, decir todo…. Vamos, que el amor
es como un remedio multiusos para todos nuestros males. Yo discrepo, creo que
el amor es solo el origen de todos nuestros males.
Todas las mujeres gracias a la
filmografía tenemos grandes expectativas respecto al amor y los hombres:
esperamos que aparezca un príncipe azul que nos rescate en su caballo blanco y
que nos defienda a capa de espada, que nos atuse y nos mime, nos ponga un
zapato de cristal en el pie y nos lleve al fin del mundo para comer felizmente perdices.
Algunas lo han encontrado y otras no, unas creen en el príncipe azul y otras en
el ogro Shrek que aunque más burdo, bajo mi punto de vista es más sincero y
real. Es curioso que ya no son solo las
mujeres las que creen en los cuentos de hadas, los hombres, antes tan machos, buscan
a sus princesas de larga y cuidada caballera, de siluetas esculpidas por la
misma Afrodita, de modales exquisitos y labios de fresa. Pues siento
decepcionaros a ambos y despertaros de tan plácido sueño, pero los cuentos de
hadas no existen y el amor no es la medicina multiusos para todo, no es más que
un placebo que nos mantiene sumidos en un mundo de locuras y actos de valentía
infundada por la imagen de la persona amada.
¿Qué si he querido a alguien alguna
vez como para dejar todo atrás, para ir corriendo en su búsqueda cuando me
llamara, para cambiar mi forma de ser, para atusarme cual florero y para hacer cosas que no quería? Sí, y no me
arrepiento. Las hice todas de corazón porque creía que había encontrado a mi
príncipe azul de cabello ensortijado al viento, cuerpo esculpido y sonrisa
cautivadora (no tiene por qué ser literalmente, puesto que sabemos el amor es
ciego), pero como bien dicen: más dura la será la caída, y lo fue. No me
arrepiento de nada, porque he aprendido de todo y porque dentro de mi ceguera
conseguí mantener la lucidez y no dejar a nadie atrás, no herirme demasiado y
no sacrificarme en exceso. Aprendí que nadie vale tanto como para que des o
entregues tu vida por él, para que viajes al fin del mundo para estar con esa persona,
porque tal y como apareció se irá, ya sea por su voluntad o por el inevitable
destino que nos llama a todos a sus brazos.
Ese esbozo de príncipe azul que
me llamaba princesa, vida, desapareció dejando paso al ogro Shrek, el cual me
hace reír, comparte sus inquietudes y deseos, me hace rabiar para disfrutar con
mis quejas… y todo desde la honesta sinceridad y cariño. Ambos sabemos que
podemos contar con el otro, que somos de carne y hueso, que cometemos errores,
que tenemos muchos defectos y que no tenemos que propagar a los cuatro vientos
nuestros sentimientos, ya que le importan solo al otro.
¿Moraleja? Ámate a ti mismo en primer lugar, piensa en tu
bienestar e inquietudes, conquista TU camino y luego, si queda tiempo, compártelo
con un ogro encantador.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Yo soy yo y mis circunstancias
“Chiquilla,
deja de hablar que me estás dando dolor de cabeza con tanto parloteo”.
No va
ser la última vez que escucha esta frase, la he escuchado miles de veces
venidas de personas diferentes, siempre con algo de maldad y con ganas de… por
qué no decirlo: amargarte el momento. No soy
una persona muy parlanchina, soy bastante reservada y me cuesta mucho abrirme a
las personas, lo que no quita que tenga buenos amigos a los que les cuento mis
secretos más inconfesables, con los que comparto horas de chachara
preferiblemente frente a una cerveza fría, y a la que le gusta conocer gente.
Me gusta conocer y charlar con personas diferentes, me gusta aprender cosas
nuevas y compartir opiniones, pero me lleva mi tiempo. Hay personas que tienen
facilidad para hablar hasta no parar, hablar hasta debajo del agua, pero yo no
soy de esas.
No soy una persona tímida, esa etapa ya la pasé y ahora le hecho
valentía y ganas a la vida, pero soy muy reservada. Puede
que de primeras cause una impresión de persona seria, un poco apática,
demasiado tímida y un poco antipática, pero soy todo lo contrario. No me hace
falta tener que estar constantemente hablando, estar constantemente rodeada de
gente, he aprendido a valerme sola y hacer frente al mundo sin apoyo a mi lado;
cierto que necesito amigos y gente con la que charlar, pero unos los tengo y
los otros los puedo encontrar en cualquier sitio: en el super, en el gimnasio,
en el trabajo, en el bar, en un curso de chino…
Gracias
a todos aquellos que habéis querido conocerme y os habéis acercado a mí, porque
estoy segura que soy una buena amiga en la que podéis confiar siempre, porque
aunque la primera impresión que cause es de que soy muy seria y distante, en el
fondo soy risueña, payasa, cercana y a veces hasta cariñosa.
A los
que me juzgan por el envoltorio y se quedan en el exterior, solo tengo una
frase: tú te lo pierdes.
jueves, 22 de noviembre de 2012
Algo pequeñito
Hace poco más de una semana comencé mi nueva vida, fue un paso muy grande y difícil de empezar.
Recuerdo que hace cosa de un mes vine a Madrid para hacer una entrevista, llegué a las 7 de la mañana tras pasar toda la noche en el autobús entre cabezadas, ronquidos de algún compañero de viaje y traqueteo de un autobús lleno de diferentes nacionalidades, edades y objetivos. Muy temprano por la mañana llegué a una estación ya abarrotada de gente, tomé el metro y me dirigí a casa para tomar una ducha, despejar las ideas y prepararme para la entrevista, de la que salí muy contenta y encantada por el buen ambiente y vibraciones que me dió la empresa; y así volví a mi rutina diaria en la capital andaluza.
Justo un par de días después recibí una llamada por la mañana bien temprano: Lorena, la empresa SAP ha apostado por tí y quiere que te incorpores al equipo. Me quedé sin palabras, para que negarlo, realmente no esperaba la llamada. Me inundaron una oleada de sentimientos contradictorios que tuve que poner en pie en cuestión de días. Fue una decisión difícil, muy difícil, pero tras mucho reflexionar tomé mi decisión.
Ahora estoy en Madrid en una empresa muy grande, bien conocida y en un ambiente de trabajo estupendo, con unos compañeros que me apoyan y arropan desde el primer momento, a los que cada día tomo un poquito más de cariño. Vivo sola en el piso de mis abuelos, hecho que a la vez que me da libertad al mismo tiempo me coharta porque no me siento del todo independizada ni libre. ¿Cual es el inconveniente de todo esto por decirlo asi? me siento pequeña, muy pequeñita. Siento que a veces me queda todo grande, me encuentro sola en una gran ciudad en la que paseo sola, como sola en algún restaurante o bar, voy a algún espectáculo o de visita sola..... me siento pequeña e indefensa, pero al mismo tiempo sé que no soy la única que ha pasado por esa situación, sé que soy muy valiente porque mis compañeros de trabajo me lo dicen muy a menudo, lo que me enorgullece y llena de valor e infunde ganas de seguir adelante.
Pues aunque muchas veces me sienta muy pequeñita, muy chiquitita, sé que soy muy valiente y eso me da fuerzas para comerme el mundo y seguir mi caminito pasito a pasito.
Recuerdo que hace cosa de un mes vine a Madrid para hacer una entrevista, llegué a las 7 de la mañana tras pasar toda la noche en el autobús entre cabezadas, ronquidos de algún compañero de viaje y traqueteo de un autobús lleno de diferentes nacionalidades, edades y objetivos. Muy temprano por la mañana llegué a una estación ya abarrotada de gente, tomé el metro y me dirigí a casa para tomar una ducha, despejar las ideas y prepararme para la entrevista, de la que salí muy contenta y encantada por el buen ambiente y vibraciones que me dió la empresa; y así volví a mi rutina diaria en la capital andaluza.
Justo un par de días después recibí una llamada por la mañana bien temprano: Lorena, la empresa SAP ha apostado por tí y quiere que te incorpores al equipo. Me quedé sin palabras, para que negarlo, realmente no esperaba la llamada. Me inundaron una oleada de sentimientos contradictorios que tuve que poner en pie en cuestión de días. Fue una decisión difícil, muy difícil, pero tras mucho reflexionar tomé mi decisión.
Ahora estoy en Madrid en una empresa muy grande, bien conocida y en un ambiente de trabajo estupendo, con unos compañeros que me apoyan y arropan desde el primer momento, a los que cada día tomo un poquito más de cariño. Vivo sola en el piso de mis abuelos, hecho que a la vez que me da libertad al mismo tiempo me coharta porque no me siento del todo independizada ni libre. ¿Cual es el inconveniente de todo esto por decirlo asi? me siento pequeña, muy pequeñita. Siento que a veces me queda todo grande, me encuentro sola en una gran ciudad en la que paseo sola, como sola en algún restaurante o bar, voy a algún espectáculo o de visita sola..... me siento pequeña e indefensa, pero al mismo tiempo sé que no soy la única que ha pasado por esa situación, sé que soy muy valiente porque mis compañeros de trabajo me lo dicen muy a menudo, lo que me enorgullece y llena de valor e infunde ganas de seguir adelante.
Pues aunque muchas veces me sienta muy pequeñita, muy chiquitita, sé que soy muy valiente y eso me da fuerzas para comerme el mundo y seguir mi caminito pasito a pasito.
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